DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Somos un grupo de jubiladas y jubilados unidos por un común afán de libertad, justicia social y democracia participativa. Nos oponemos firmemente a toda forma de exclusión o marginación, cualesquiera que sean sus motivaciones: origen, religión, género, raza, ideología, "status" social y económico, orientación sexual y, claro está, edad. Rechazamos toda forma de política autoritaria, ejercida al margen del control democrático popular y los políticos que, en nombre de la democracia y el bien común, prescinden del pueblo que dicen representar y favorecen intereses espúreos. Reivindicamos la igualdad de todos los seres humanos y el respeto incontestable a su dignidad y derechos. En tanto que ciudadanos, aspiramos al ejercicio efectivo de nuestros derechos políticos y muy particularmente al derecho de expresar libremente nuestro pensamiento sin cortapisas ni inhibiciones. El blog responde a esta aspiración y, consecuentes con esta declaración de principios, se encuentra abierto a cuantas personas deseen expresar sus opiniones en estas páginas. Esperamos vuestra colaboración.

domingo, 16 de junio de 2013

LA RELIGIÓN DEL MERCADO

LA RELIGIÓN DEL MERCADO
Pedro Serrano García
Cuestiones económicas
                Los seres vivos (plantas animales y personas), necesitan satisfacer sus necesidades físicas para poder subsistir. El ser humano, aunque dotado de espiritualidad, su  vida depende de la consecución de agua, alimentos,  vestidos, viviendas, higiene, clima benigno, transportes, seguridad… Así logra salud y capacidad para procrear. La obtención de esos objetos de uso y consumo las personas las adquieren mediante el trabajo social (agrícola, minero, artesano, industrial, comercial, transporte, fuerzas de seguridad y de servicios).
                Pero el ser humano no se conforma con aprovechar los bienes de la naturaleza, sino que tiene la capacidad de transcenderla e ir transformándola para el progreso, mediante la innovación y la transmisión de experiencias y saberes a las generaciones presentes y posteriores. Surgen así nuevas profesiones como las de lingüista, literato, pensador, historiador, investigador, científico, técnico, formador, profesor, artista, religioso y muchas otras más. Desde su origen, el ser humano es creador de cultura, como expresión de identidades, humanizaciones y desarrollos de civilizaciones expresadas en múltiples nacionalidades.
                Claro que, al vivir en sociedad las personas, especializadas en una o varias actividades, necesitan el intercambio comercial (mercado) y la organización social (Estado). La gran genialidad humana, es el descubrimiento de un instrumento de cambio único de todos los bienes y servicios que les son necesarios a los hombres y mujeres (dinero).
                Así tenemos que, las relaciones económicas locales, nacionales e internacionales, están logradas por la empresa pública o privada (encargada de la producción, finanzas y servicios), el mercado (donde se posibilita la oferta y la demanda comercial), el dinero (único instrumento de cambio de todos los bienes y servicios) y Estado (garante y encargado del orden, la justicia, la subsidiariedad y la seguridad). Ello conlleva nuevas profesiones, como bancarias y financieras, políticas y defensivas, judiciales y administrativas, parlamentarias y policiales…
Absolutización idolátrica
                En el sistema económico-político neoliberal que rige globalmente en todos los pueblos desarrollados y subdesarrollados, ha habido una trágica perversión moral. Pues algunos instrumentos económico, buenos para la existencia, la convivencia y el progreso de los pueblos, unas minorías dominantes los han trasformado de, objetos relativos al servicio de las comunidades humanas en ídolos absolutos al que han de someterse las mayorías populares.
                Hoy se tiende a absolutizar a la empresa, al mercado, al dinero, y al Estado; es decir, que estas mediciones que han de estar al servicio del bien común, las grandes mayorías quedan sometidas a ellos para beneficio de unas minorías.
                En la religión idolátrica del mercado, su único dios es el dinero, suplantando  al Dios-Amor. El dios-dinero es omnipotente, omnisciente y providente.  El ídolo-dinero es capaz de introducir en el paraíso de la riqueza personal a sus elegidos (sinvergüenzas, explotadores y corruptos), mientras condena al infierno de la pobreza a los marginados (inocentes, explotados y honrados). Los templos donde se adora al dios-dinero son los bancos y las empresas guiadas por la máxima ganancia de gerentes y el mínimo salario para trabajadores. El Estado con sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial, asume la función de la organización religiosa, encargado de que los pueblos se sometan a la religión del mercado, donde los humanos empobrecidos han de trabajar como esclavos al servicio de los enriquecidos. Fuera de la religión del mercado no hay salvación.
                La doctrina religiosa es ideología neoliberal, basada en creencias de: individualismo feroz, y fundamentalismo inconsciente. Los valores éticos y los derechos humanos se ponen en función de la ganancia de los poderosos. Privatización de la economía, libertad de mercado y empresa, Estado y partidos políticos al servicio de los poderes financieros, desregulación del mercado, colonización económica, reducción del gasto social y laboral, exención de impuestos a multinacionales y grandes empresas, mientras se cargan los tributos a trabajadores y ciudadanos…
                Las grandes asambleas litúrgicas de la religión universal del mercado son el G8, el G20, el BM, el FMI y la OMC; la Comisión Europea y el Banco Central Europeo; donde se toman las decisiones a favor de los ricos y contra los pobres. La evangelización del mercado se hace a través de la propaganda, creando necesidades superfluas y “lavado de cerebro” a las mayorías trabajadoras y ciudadanas para que acepten sumisos al perverso capitalismo.
                En la religión del mercado, los sacramentos son los productos comerciales; mientras, en el altar de la globalización neoliberal se sacrifican diariamente millones de personas a perecer por el hambre y la guerra, destruyéndose el medio ambiente. El alto clero en la religión del mercado son los grandes magnates de la economía y la política. Sacralización de países  centrales y desprecio de países periféricos.
                Las nuevas tablas de la ley son: capitalismo, privatización, desregulación, ganancia de pocos, empobrecimiento de muchos, liberalización de mercados, hegemonía del poder financiero, Estado gendarme, democracia aparente y  colonización de países subdesarrollados.

                Pero la Teología de la Liberación ofrece una alternativa: potenciar la humanización solidaria, igualitaria, comunitaria y liberadora de los oprimidos. Otro mundo es posible.

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