Como era de esperar, los pronósticos se han cumplido. El PSOE se ha hundido y el PP ha consumado su sueño de poder. Ni el primero podía llegar a menos ni el segundo a más. La pregunta ahora es, claro está, ¿qué va a suponer este cambio de papeles para los españolitos de a pie? La respuesta, me temo, resulta obvia. En la legislatura que termina, el PSOE ha hecho la política social y económica de la derecha, es decir, la política ordenada por el FMI, los llamados "mercados financieros" y la señora Merkel, o, en otras palabras, la política que hubiera llevado a cabo el propio PP de haberse encontrado en el Gobierno. Resulta impensable desde luego que el PP vaya a hacer, ahora en el poder de la nación, una política distinta a la del PSOE, salvo quizás por el grado de mayor convicción por su parte. Hay que temerse, pues, que el PP llevará a cabo una política de derechas "comme il faut", o sea, una política de derechas "pura y dura", con lo que ello significa: mayores reducciones salariales, mayores recortes en educación, sanidad, desempleo y atenciones sociales, menores indemnizaciones por despido, debilitamiento de los sindicatos y de su poder de negociación colectiva y un largo etcétera del mismo tenor, en fin, lo que se ha dado en llamar una política de "ajuste duro".
Todo parecería indicar, pues, que Rajoy lo va a tener fácil y no va a encontrar demasiada resistencia a esta política. El PSOE se encuentra en estos momentos noqueado, sin apenas poder institucional y abocado a su refundación. El PP, en cambio, se halla fortalecido por su éxito, controla casi todos los gobiernos autonómicos y dentro de pocas semanas gobernará el País con mayoría absoluta en Congreso y Senado. La coartada de la crisis y el miedo al desempleo empuja suavemente sus velas hacia el ajuste duro y cuenta con el apoyo de poderosos mentores ideológicos nacionales e internacionales en la banca, las patronales o los medios de comunicación, cuyo objetivo último, como es bien sabido, no es otro que el de acabar con el reducido estado de bienestar español.
¿Cabe algo más que la resignación ante este panorama desolador? No lo creo. Por lo pronto, el PP se encuentra en un nuevo escenario político, mucho más difícil y complejo que el anterior, un escenario en el que no podrá eludir ya sus responsabilidades, en el que tendrá que gobernar y pagar un alto precio por sus decisiones seguramente impopulares. Si los efectos de la crisis perduran y no consigue reducir el desempleo pronto, cosa que está más en manos de la señora Merkel que en las del propio Rajoy, su exposición a la crítica política y la protesta social puede ser elevadísima y su desgaste tan rápido como el sufrido por el PSOE en la legislatura que termina.
La clave para la recuperación de la izquierda no se encuentra sin embargo en la impotencia o los errores del PP, sino en su propia capacidad de reacción. Es necesario por ejemplo acabar cuanto antes con su actual fragmentación y su carencia de rumbo, de la que el PSOE es su mayor responsable. Este partido ha cometido el error de ignorar su historia e ideología y, en la práctica, ha llevado a cabo una política liberal, desdeñosa con su base social y ajena a sus intereses, la cual ha terminado por infundir gran desapego y desconfianza entre sus simpatizantes y votantes. Esto se pone de manifiesto analizando el resultado de las últimas elecciones, en las que el PP ha conseguido atraer un número escaso de nuevos votantes, pero el PSOE ha perdido un número elevadísimo de votantes habituales. Puede afirmarse así que las elecciones no las ha ganado el PP, sino que las ha perdido el PSOE, lo cual pone de manifiesto otro hecho de considerable importancia para la recuperación de la izquierda, esto es, que, aquí y ahora, existe una base social de izquierdas más numerosa que la del PP, susceptible por lo tanto de movilizarse en un momento dado. Creo que Izquierda Unida y los sindicatos CC.OO. y UGT son conscientes de que la recuperación de la izquierda pasa por esta necesidad de movilización social, pero no estoy seguro de que el actual PSOE esté por ningún tipo de movilización. Su concurso en la recuperación y fortalecimiento de la izquierda resulta sin embargo imprescindible, Es de desear que este histórico partido recupere sus señas de identidad y, después de su Congreso, pueda presentarse al pueblo español como un partido renovado, creíble, unido y fuertemente e comprometido con su base social. En otra palabras, como un partido ilusionado y capaz de despertar ilusión. El que necesita la izquierda española.
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