Este pequeño país de unos ocho millones de habitantes llamado Honduras, que con sus 20 asesinatos delincuenciales diarios a los que hay que unir los ajusticiamientos políticos que suman desde el golpe de Estado unos 250, puede decirse que la ciudadanía padece bajo el terror generalizado. A su vez, los hondureños viven en un Estado fallido, un narco-Estado, con una democracia de baja calidad, sometida al protectorado permanente de las Fuerzas Armadas; abundando la corrupción y la impunidad en la oligarquía, la empresa privada, los tres poderes del Estado, los partidos políticos y en los militares. Atónitos asistimos al comprobar que el crimen organizado ha penetrado a las fuerzas de seguridad –entre otras instituciones–, como lo muestra las peleas y masacres entre policías.
En este país, nunca se llega ni a depurar ni a reformar la Policía, que en vez de dar seguridad a la población la extorsiona. Para mayor desajuste, el gobierno del Sr. Lobo quiere que el Ejército (creado para la defensa nacional), realice funciones policiales; lo que será como un estado de sitio encubierto. Aparte de que los soldados no están preparados para ello.
Guardias privados de terratenientes ambiciosos, han asesinado a unos 50 líderes campesinos pobres en la zona del Aguán por significarse en la reivindicación de sus tierras, contando los guardias asesinos con la protección de policías y soldados que, hipócritamente, envía el gobierno bajo el pretexto de “poner orden” (desorden habría que decir).
A su vez, la ley fatal del capitalismo por la que “los pobres son cada vez más pobres y los ricos más ricos”, en Honduras se convierte un espectacular escándalo, pues el 80% de la población viven en pobreza, agudizada después del golpe de Estado del 2009 y la crisis financiera y económica mundial desde 2008. Evidentemente esta problemática injusta está afectando a la agrupación de funcionarios y a la clase media, pero estos sectores mejor situados son muy pasivos pues participan del individualismo reinante.
La educación pública es de muy bajísima calidad y apenas funciona; el sistema de salud está tan deteriorado que sirve para poco. El desempleo llega a cerca del 50%, perjudicando más a la juventud; ello es la causa de que muchos emigrantes arriesguen sus vidas al atravesar tierras mexicanas plagadas de mafias y se exponga a ser encarcelados en Estados Unidos; ya alcanza la cifra de medio millón de hondureños deportados. Los derechos humanos y laborales, junto con las libertades de asociación, reunión y expresión, sólo funcionan en el papel. No obstante, el pueblo organizado con la esperanza puesta en una nueva sociedad, aun con los riesgos evidentes, desafían a los poderosos del país en su heroica resistencia.
Colonia del Imperio
Honduras, es parte del triángulo norte de Centroamérica, cuyos respectivos pueblos sufrieron genocidios en décadas pasadas, que provocaron cerca de 350.000 víctimas; siendo hoy día incapaz de salir del pozo antihumano al que es sometido por fuerzas mundiales y nacionales avasalladoras. Está integrada, también, al “corral trasero” latinoamericano del Imperio que se permite promover golpes de Estado a cualquier país que disienta de sus intereses (como el de Honduras en el 2009).
Los poderes oficiales del narco-Estado, permanecen humillantemente sumisos al embajador norteamericano y a las multinacionales, principalmente las de Estados Unidos; éstas saquean las riquezas agrícolas, madereras, mineras, industriales y financieras de la nación. Nuestros oligarcas, políticos y militares, cuanto más serviles se muestran ante las grandes potencias, más se alejan del proyecto autónomo Latinoamericano y más despóticos y explotadores tratan a los empobrecidos hondureños.
Pero la Resistencia plural, aun las dificultades de entendimiento entre sus organizaciones, si mantiene la unidad con firmeza será capaz de conquistar en sucesivas etapas las reivindicaciones populares, hasta que un día venturoso se alcance la emancipación de la clase trabajadora. Para ello cuenta con la solidaridad de pueblos hermanos latinoamericanos que van haciendo camino al andar en medio de la selva inhóspita de la agresión imperial.
Encadenado a la globalización
En esta era de la globalización, es cada vez más evidente el funcionamiento en red de los pueblos y las etnias del planeta, en la que Honduras es un insignificante eslabón encadenado a la voluntad de las grandes potencias. La globalización es un proceso que comenzó en la prehistoria con la invención de la agricultura y el progresivo desarrollo de las ciudades. Con el imperio romano y otros imperios, alcanzó gran madurez en cada zona geográfica. Pero es a partir del siglo XVI, cuando los europeos se encontraron con los americanos aborígenes para desdicha de éstos, cuando la globalización aceleró su marcha. Más tarde con la industrialización, y sobre todo en la época actual con los fabulosos avances tecnológicos y de comunicación, la humanidad está plenamente interconectada, se ha convertido en la “aldea global”.
A lo largo de la historia siempre ha habido lucha de clases. Pero con el desarrollo del sistema capitalista apoyado en la producción industrial y en la sociedad del conocimiento, el mundo se ha convertido en un infernal abuso de poder: en cada nación, de sus respectivas oligarquías contra la clase trabajadora; y en el planeta, de las potencias desarrolladas contra los países en vías de desarrollo, donde Honduras ocupa uno de los últimos lugares.
La geopolítica va cambiando a medida que varía la fuerte competencia entre potencias mundiales. Durante la Guerra Fría asistimos al dominio bipolar del mundo. Con la crisis soviética, Estados Unidos pretendió la hegemonía monopolar. Pero con el auge de los países emergentes entre los que destaca China, unido a la crisis económica de Estados Unidos y su aliada la Unión Europea, parece que caminamos a un poder mundial multipolar.
Pero el Imperio norteamericano no se resigna a perder hegemonía. Para ello, ha cambiado su estrategia de lucha contra el comunismo por la lucha contra el terrorismo, es decir contra cualquier Estado que no se someta a su dominio. Con esta nueva estrategia el Imperio americano ha ejecutado ya guerras contra Irak, Afganistán y Libia. Puede que aun se atreva a invadir a Siria e Irán. Ahora bien, los exorbitantes gastos militares unidos a la crisis económica global, están frenando su agresividad insaciable de riquezas y petróleo.
En Latinoamérica, últimamente ha provocado golpes de Estado en Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero fracasaron; sin embargo, tuvo éxito en el golpe de Estado contra el gobierno legítimo del Estado de Honduras.
A partir de Ronald Reagan, el capitalismo, en esta era de la globalización, se rige por la ideología neoliberal donde los Estados democráticos occidentales se someten a los mercados financieros que funcionan sin regulación alguna. Con la crisis mundial actual, asistimos asombrados a varios golpes de estado de los mercados financieros –no armados–, donde ya no elige el pueblo a sus gobernantes, sino son los mercados; como ha ocurrido en Grecia y en Italia. España y otros países tendrán que colocar a su ministro de economía favorable a los intereses de los poderes mundiales financieros, principalmente anglosajones.
La esperanza está en la Resistencia
El FNRP, pues, para alcanzar la utopía de la refundación del Estado hondureño, tendrá que combatir pacíficamente, no sólo contra el enemigo oligárquico nacional, sino contra el más poderoso depredador de pueblos: el Imperio económico-militar norteamericano.
Asimismo, con el movimiento de los indignados contra la explotación financiera mundial que se está manifestando en España, Portugal, Grecia, Reino Unido y Estados Unidos, ha comenzada una nueva etapa en la lucha de clases mundial. También reivindican libertad y justicia, democracia y participación los pueblos árabes de Egipto, Siria, Túnez y otros más.
Saludos.
Pedro Serrano García
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