Cuando me he puesto a ver como titulaba esta entrada me he encontrado un tanto confuso, pues el 20N siempre ha tenido para mí unas connotaciones políticas innegables. No sé si es un acierto de Zapatero el elegir el 20N para celebrar las elecciones generales o, por el contrario, ha venido a remachar su nefasto segundo mandato. El futuro dirá si esta elección servirá para meter en el baúl de los recuerdos el aniversario de la muerte del dictador, prevaleciendo en la mente la fecha electoral, o no. Ya veremos.
Pero, en todo caso, no es de esto de lo que yo quería hablar, sino responder a dos preguntas que, desde hace unas cuantas elecciones, siempre me hago: ¿Tengo que votar? En caso de que la respuesta sea negativa ya estaría todo resuelto: me abstengo de pasar por el colegio electoral el domingo y aquí paz y después gloria. Pero… el problema llega al resolver este primer interrogante con una respuesta positiva. En este caso se abren distintas alternativas: votar a alguna candidatura o no, y si se vota a una candidatura, ¿a cuál de ellas?
Pues bien, mi respuesta al primer interrogante es positiva. Pienso que debo de ir a votar el domingo para con ello dar testimonio de mi apoyo a un sistema democrático al que considero, sin embargo, manifiestamente mejorable. El paso siguiente es decidir, una vez delante de la urna, qué hacer. Por lo tanto sigo reflexionando y rechazo el voto blanco o nulo, pues estoy convencido que, en estos tiempos que corren, es necesario optar por una candidatura determinada.
Como en las últimas ocasiones he optado por dejar a un lado mis identificaciones ideológicas y me he tirado de cabeza al voto útil, sin más, en esta ocasión pretendo reflexionar sobre la posibilidad de compatibilizar ambas cuestiones, es decir, identificación y utilidad de mi voto. Y aunque no consigo aunar de manera absolutamente satisfactoria ambas, he decidido acercarme el domingo al colegio electoral e introducir la papeleta de Izquierda Unida en la urna.
Es verdad que no es un voto que me llene de satisfacción, cierto, pero también es verdad que estoy harto de taparme las narices el día de la votación. Más verdades, dicen algunos que muchas propuestas de las que realiza IU las hace porque no está en el gobierno y que, además, sabe que no va a estar, seguramente cierto también. En todo caso, el PSOE sí me ha demostrado reiteradamente que, como decía Rubalcaba a Rajoy en el debate entre los dos del día 7 (por cierto, hay que tener morro), una cosa son las palabras y otras son los hechos. Pues bien, no sé si IU cambiará su discurso si llega al poder, pero de momento sus palabras no se contradicen con los actos que realiza. En el caso de que IU llegue al poder e incurra en la misma política, es decir, hacer una cosa cuando se ha manifestado todo lo contrario, habrá llegado el momento de plantearme de nuevo qué hacer (¿Eso de “qué hacer” de qué me suena a mí?)
Buen domingo electoral,
Estoy de acuerdo contigo,querido amigo, en la necesidad de votar el próximo día 20N y en la utilidad de hacerlo a Izquierda Unida, y no sólo por descarte o razones tácticas, sino porque ahora, cuando mercados financieros, instituciones políticas europeas y gobiernos prepotentes o inanes nos amenazan con liquidar el estado de bienestar y la propia democracia, nos hace falta más que nunca una izquierda fuerte, real y combativa, dispuesta a oponerse enérgicamente, desde los principios y la praxis política, a la actual ofensiva neoliberal. Estoy persuadido, en fin, de que aquí y ahora toca a los hombres y mujeres provistos de conciencia social y política, la ingente tarea de reconstruir la izquierda española, desarbolada en buena medida por la nomenclatura del PSOE, apoyando a las organizaciones salvadas del naufragio: CC.OO., UGT o Izquierda Unida. El voto a esta última el próximo día 20 de noviembre resulta a mi modo de ver un primer paso obligado para llevar a cabo esta tarea.
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