Qué se puede decir de un país
en el que su seleccionador nacional de fútbol tiene más sentido de Estado que
el propio presidente del gobierno. Qué se puede decir de un país cuyo
presidente del Tribunal Supremo (TS) y del Consejo General del Poder Judicial
(CGPJ), responsable máximo, por tanto, de organizar el poder judicial en España,
se comporta como un delincuente.
Veamos lo primero: Pues no va el muy memo de Rajoy a despedirse de los jugadores de la
selección española de fútbol y les dice que echen una mano, que ganen la
Eurocopa, que los españoles estamos muy necesitados de una alegría en unos momentos tan difíciles y que con su triunfo
pueden dar a los ciudadanos de este país un
gran subidón de moral. ¿Pero esto qué es? El Sr. Rajoy no es consciente que
lo que más nos subiría la moral a la mayoría de la ciudadanía es que tuviésemos
pleno empleo, que no nos desmantelase la enseñanza pública, la sanidad pública,
la investigación pública; que no se congelen, o se bajen, sueldos; que no se
congelen las pensiones; que no se eliminen nuestros derechos laborales de un
plumazo; que no tengamos que aportar las
multimillonarias cantidades que estamos aportando para salvar un sistema financiero
mal gestionado y corrupto sin que nadie tenga que dar explicaciones y se les
exija responsabilidades; que se nos desahucie, se nos eche de nuestra casa y
tengamos que seguir pagando la hipoteca; que… Pero por dios, Sr. Rajoy, hasta
tal punto nos considera idiotas a los españoles.
Vamos a ver, algunos nos
alegraremos si la selección española de fútbol gana la Eurocopa (probablemente
una mayoría), otros les traerá sin cuidado y otros lo lamentarán. Pero de lo
que estoy seguro es que nadie, absolutamente nadie, olvidará la situación que
padecemos y nadie olvidará los problemas tan graves que a todos nos afectan que
es, ni más ni menos, la agresión que estamos sufriendo con los recortes en los
derechos básicos de la ciudadanía. Nuestro presidente no debería de seguir los pasos de la
presidenta de la Comunidad de Madrid utilizando el fútbol –o sus aledaños con
himnos, pitidos, partidos jugados a puerta cerrada- para despistar al personal.
Mire usted, como suelen decir ustedes los políticos, dé más la cara y denos
usted ese subidón moral que tanto estamos necesitando anunciando que a partir de
ahora las tijeras las va a usar exclusivamente para recortar las decisiones que
su gobierno está tomando contra las clases más desfavorecidas de este país y
que va a cumplir con sus promesas electorales y de investidura. No le quepa
duda de que con eso sí nos daría un gran subidón.
En fin, menos mal que nos queda
la figura de un hombre sensato, sensible y con un conocimiento nítido de lo que
es una cosa, el fútbol, y la otra, la situación política, económica y social
del país y, lo que es más importante, de quien es la responsabilidad en cada
uno de esos ámbitos. Así el Sr. Del Bosque ha declarado con la sobriedad y la
sencillez que le caracteriza, a la vez que con sentido común, virtud que tanto
valora nuestro presidente del gobierno, que no
creo que ganar la Eurocopa sea la solución a los problemas de España.
Veamos lo segundo: En un principio era “calderilla” y “una miseria”. Con estas palabras
calificó el presidente del CGPJ y del TS la denuncia que presentó uno de los
vocales del Consejo sobre los gastos de los más de 20 viajes que realizó a
Puerto Banús (Marbella) pagados con dinero público así como su estancia y
manutención y, al menos, la de los siete escoltas que le acompañaban. Con ello
estaba reconociendo implícitamente, aunque restara importancia el asunto, los
gastos ocasionados al erario público. Estos viajes a Puerto Banús se produjeron
en fines de semana que para este personaje, con más apariencia de miembro de la
Conferencia Episcopal que de juez, algunos iban de jueves a martes.
Después dijo que no tenía
porqué dar explicaciones a la prensa, es decir, a la opinión pública, a la
ciudadanía y solamente informaría en el pleno del Consejo. Cosa que por cierto
tampoco hizo, pues en la sesión convocada al efecto, no desveló quiénes le
acompañaron en las cenas y almuerzos de los que disfrutó en sus más de 20
viajes ni porqué se desplazó en tantas ocasiones sin que el residente o residentes en Marbella pudieran
trasladarse a Madrid para mantener las reuniones. Y ahí sigue, tan pancho.
Lo más escandaloso, no
obstante, es que, al parecer, la normativa reguladora (elaborada por el propio
Consejo en 1996) permite a cualquier
miembro del CGPJ no tener que justificar sus gastos en estos asuntos. Una vez
más nos encontramos que determinados organismos y estamentos del Estado se
gastan el dinero de los contribuyentes como les sale de las narices sin que
tengan que dar ningún tipo de explicación ni justificación de sus gastos. En
este caso es más sangrante, pues se trata de una estructura que es precisamente
quien penaliza con sanciones, a veces hasta con años de cárcel, a quiénes
hurtan bastante menos dinero de lo que nos ha supuesto a toda la ciudadanía los
viajes de este personaje. Esto sí que es una miseria.
Lo dicho: Qué país
Saludos,
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