El 16 de octubre pasado
publiqué en este mismo blog una entrada con el título ¿sirven para algo los programas electorales? Ya en aquella ocasión
la conclusión a la que llegaba, repasando la actuación de los diferentes
gobiernos hasta aquel momento, era que las promesas realizadas por los partidos
en sus programas electorales no servían para nada. No me extiendo más sobre lo
que decía, pues quien quiera puede leerlo en este blog.
En la actualidad, después de
ver lo que está haciendo el gobierno del PP, las conclusiones deben ser mucho
más contundentes aún, si cabe. Veamos, no solo está legislando contradiciendo
absolutamente su programa y promesas electorales, sino que el Sr. Rajoy
manifiesta con todo el papo que hará lo que crea necesario y bueno para España,
incluso aunque hubiera dicho, no ya en la campaña electoral, sino unos días
antes que no lo haría. ¡Joder, eso sí que es chulería! Claro que eso es lo que
está haciendo desde un principio. Tampoco me extiendo más en esto ya que el
PSOE sacó hace ya un tiempo un video con las mentiras del PP (por cierto, podían haber aprovechado y haber hecho
un hueco para sacar también sus mentiras, que, en efecto, no son tantas ni tan
groseras, pero también su comportamiento deja a las claras el poco respeto por
cumplir sus promesas electorales)
Supongo que el Presidente del
Gobierno conocerá lo que dice la Constitución Española en su título preliminar,
artículo 1.2: La soberanía popular reside en el pueblo español, del que emanan los
poderes del Estado; asimismo supongo que es consciente que se está
pasando la Constitución por ahí. Habría que recordarle, sin embargo, que el pueblo soberano no entrega en las
elecciones generales su soberanía al gobierno de turno, ni siquiera al parlamento,
para volver a cogerla a los cuatro años. No, el pueblo mantiene su soberanía
durante los 365 días del año y lo que hace es otorgar a determinadas personas su
representación para que legislen en su nombre en base a unos compromisos adquiridos
por los partidos políticos en sus promesas electorales. No les entrega un
cheque en blanco. En cualquier caso, a mi modo de ver, lo que hacen los
partidos políticos cuando legislan contradiciendo las promesas efectuadas al pueblo soberano es vulnerar el
espíritu y la letra de la Constitución en su artículo 1.2 y como tal debería de
ser penalizado.
Se puede alegar, y con razón,
que en un programa electoral para gobernar cuatro años es imposible recoger
todas las vicisitudes por las que va a atravesar el país en el transcurso de esos
años y, consecuentemente, esto se deberá de tener en cuenta y permitir cierto
margen de maniobra de actuación. Cierto. Pero en el caso que nos ocupa en
concreto, la situación por la que atravesaba nuestro país -la crisis se inició
en 2007, aunque algunos se enteraron bastante más tarde- era sobradamente
conocida por el PP, por más que ahora se eche mano de la famosa herencia, y,
aun así, se dijo, y de forma solemne, que no se tocarían las pensiones, ni la
sanidad, ni la enseñanza… Se ha hecho todo lo contrario de lo que se anunció que se
iba a hacer. No se puede alcanzar mayores cotas de traición al pueblo soberano y de mezquindad.
Antes de realizar unos
recortes de la envergadura como los que se han realizado en sectores tan
fundamentales como la sanidad y la enseñanza, que son, por otra parte, los sectores
que más inciden en las clases más desfavorecidas, ¿es tan descabellado pensar
en la convocatoria de un referéndum para que el pueblo soberano decida en qué sectores se debe de reducir gastos o
de qué fuentes se procuran más ingresos para poder mantener esos gastos? El
coste, por ejemplo, sería bastante menor que el que nos gastamos en las campañas
electorales. Yo me pregunto: ¿Por qué los partidos políticos durante la campaña
electoral nos tratan, y lo expresan abiertamente, de sociedad madura,
democrática, inteligente, formada… y una vez en el poder nos tratan como una
sociedad de descerebrados, de inútiles, de ignorantes…?
En fin, a mi modo de ver, tal
como se va profundizando en robar al pueblo su soberanía, sería necesario y
urgente que se apruebe una ley en la que se establezca que
ningún partido político, es decir, los representantes del pueblo soberano, puedan adoptar medidas que no estuvieran contempladas
en su programas electorales, y en caso de tener que adoptar medidas de extrema
gravedad y urgencia no recogidas en ellos, que sea obligatorio convocar un
referéndum para que la ciudadanía, el pueblo
soberano, decida al respecto. De lo contrario, para no asistir a esta falta
de respeto y maltrato que nos infligen, lo mejor que podíamos hacer es eliminar las campañas electorales, que nos cuestan un
montón de millones de euros a la ciudadanía española. Así al menos harían lo
que les dé la gana, pero sin mofa, sin cachondeo, sin escarnio.
Nos vemos mañana en
la manifestación en defensa de la enseñanza pública. En Madrid a las 18,30
h. de Neptuno a Sevilla.
Abrazos y achuchones.
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